viernes, 30 de octubre de 2015






EL NIÑO QUE HABLABA CON EL SOL


Ahora me viene a la mente una historia que ocurrió cuando yo era pequeño. Creo que en aquel momento no entendí bien lo que estaba pasando pero, con el paso de los años, me he dado cuenta de lo que realmente aconteció. Yo era el más pequeño de una cuadrilla de verano. Todos los años íbamos a pasar el verano en una casa en una sierra cercana, allí nos juntábamos todos los niños que coincidíamos por la zona. Ya se sabe que el más pequeño va desesperado detrás de los mayores y, la gran parte del tiempo, está callado e intentando ser uno más. No es fácil ser el pequeño, la verdad. En aquella cuadrilla había un niño realmente peculiar, era callado, observador, respetuoso, muy inteligente y con una mirada muy profunda. Cuando me miraba me hubiera gustado saber qué es lo que estaba pensando, su mirada era muy amplia. Me gustaba sentarme a su lado, era tranquilizante y reconfortante. Pocas palabras, pero no hacía falta más.
Un día, el resto de niños se encaró a mí y me dijo que pasara del “friqui”. No os cuento la cara que puse, primero porque me estaban haciendo caso todos a la vez, me hablaban; y, segundo, porque ¿qué era “friqui”? Bueno, me quedó claro rápidamente cuando señalaron a este chico. El “friqui”. Creo que les dije que sí, yo quería ser parte del grupo y tenía que hacer lo que decían. Sin embargo, a mí me gustaba el “friqui”. Cuando no estaban, o no me veían, me sentaba a su lado. Tenía mucha costumbre de sentarse en alguna roca y quedarse mirando hacia el sol, sobre todo, al atardecer. Para mí era el niño que hablaba con el sol. Miraba al sol y sonreía, su cara reflejaba una serenidad que no había visto antes. Teníamos pocas  conversaciones pero me hacía pensar, me planteaba cosas. Me trataba como a un adulto, me hacía posicionarme y reafirmarme en opiniones. Ahora sé que aquel niño es de esas personas que son difíciles de encontrar, de las que marcan tu vida y quedan en tu corazón para siempre. Hoy, después de muchos años, lo sigo llevando conmigo. Sin darme cuenta me enseñó que ser diferente no es malo, es lo interesante de la vida. Ojala que yo algún día aprenda a hablar con el sol, como el “friqui”.

A.Machancoses