domingo, 19 de abril de 2015



NUESTRO SOL

Cuenta la historia que el sol era de otro color. Esta historia es muy vieja, de hace cientos de miles de años. Dice que la tierra tenía sol como ahora, sin embargo, el no era amarillo o anaranjado como en la actualidad. El sol era de color verde, con todos los tonos de verde que existen. En la tierra todo se veía desde la luminosidad verde, aunque fuera de todas las tonalidades posibles. En realidad, la tierra estaba contenta ya que el verde es uno de sus colores favoritos y, de hecho, a toda la vegetación le asignó el color verde. Era impresionante la atmósfera que se creaba. No obstante, las plantas y los árboles no estaban contentos, sus colores verdes se difuminaban con la luz y no podían enseñar toda su belleza. Continuamente hacían llegar sus quejas a la tierra. Los árboles también estaban preocupados; en más de una ocasión los pájaros habían chocado con sus ramas al no distinguirlas por su color. No tenían más remedio que mover las ramas continuamente para que las vieran y nadie chocase. La tierra al ver lo que ocurría pensó que lo mejor sería redecorar el mundo, cambiar los colores y crear un hogar donde todos estuvieran contentos. La historia dice que le costó mucho decidir los colores que iba a utilizar ya que todo el mundo debía quedar contento y satisfecho. Al final, lo decidió, el sol ya no sería verde, iba a pasar a ser amarillo y algo anaranjado en los atardeceres. De este modo, esa luz tan brillante y clara daría más luminosidad al resto de las criaturas. De repente, todos se vieron de otro color, no todos eran verdes. Sí, había animales de color verde y seguían siendo verdes, sin embargo, había otros que resultaron ser de diferentes colores e, incluso, de varios colores a la vez. Uno de los animales más sorprendidos fueron los loros o las cacatúas, su plumaje combinaba diferentes colores y eran preciosos.
En la tierra todo el mundo estaba sorprendido y, al mismo tiempo, ilusionados con todo lo que veían que no era nuevo pero sí que era nuevo. Las plantas pudieron mostrar sus diferentes verdes, los árboles dieron formas diferentes a sus hojas, el mar también tenía tonos azulados y la tierra no era verde era de color marrón. Aunque lo más sorprendente fue cuando los hombres vieron que su piel no era verde, su piel tenía diferentes tonalidades, unos la tenían rosada, otros marrón, otros un poco amarillenta y otros de color negro. Dependiendo de la zona de donde procedían tenían diferentes colores. El mundo era otro, la diversidad apareció. También cuenta la historia que las personas estaban tan contentas y tan agradecidas que decidieron adorar al sol y a la tierra en señal de gratitud. Se crearon templos dedicados al sol donde se celebraban fiestas en su honor.

Como en todas la leyendas no se sabe hasta qué punto es verdad o ficción lo que se cuenta y, a pesar de ello, me planteo algunas preguntas: ¿volverá la tierra a cambiar sus colores algún día?¿serán las cosas de otro color que aún desconocemos? No lo sé pero, algo sí que sé, siendo una creación de la tierra, sea como sea, será precioso.

A.Machancoses 

miércoles, 8 de abril de 2015





LA LUNA



Dicen que la luna es un satélite natural de la tierra, que tiene un diámetro de 3.474 km, que tiene una superficie de 38 millones de kilómetros cuadrados, que está a 384.400 km de la tierra, y que la influencia gravitatoria de la luna produce las mareas. Sin embargo, yo creo que la luna juega con la tierra, se persiguen y juegan al escondite. Por ese motivo vemos a la luna de diferentes tamaños y formas. En ocasiones se deja ver completamente y, en otras, la vemos crecer y empequeñecer al esconderse. Sospecho que viene a bañarse en el mar y hace que suba el nivel del agua. Debe de ser un placer ver cómo se baña y chapotea. Dirán que esto no es verdad, que es irreal y hasta romántico. Pero, ¿qué más da? Me gusta pensar así, a mí también me encanta jugar con la luna. Esos 384.400 km que nos separan me permiten poder jugar con ella. Por las noches me siento a contemplarla, me dejo hechizar por su luz e intento crear dibujos o formas con sus sombras. Aunque lo que más me gusta hacer es estirar el brazo para cogerla con mi mano. Con dos dedos, como si de una pelota se tratara, la redondeo y la acaricio. Sé que ella nota mis caricias, que le encanta que juegue con ella y que se mece entre mis dedos. Se crea un momento muy especial entre las dos. Nos conectamos y, secretamente, nos entendemos. La luna es un ser muy especial que, en silencio, ayuda a todo el mundo. Pensamos que de día no está, simplemente, porque no la vemos. Nada más lejos de la realidad, ella continúa ahí, siempre nos acompaña y, a su manera, nos guía. Es extraordinario que un ser tan maravilloso nos quiera y sea una compañera de camino. La vida tiene estos encantos que están a la vista de todos. En realidad, unos quieren ver y disfrutar mientras que otros no lo saben apreciar. Sí, me gusta lo que veo y lo disfruto, aprovecho lo que la tierra me da. ¿Qué le voy a hacer? Yo te lo diré: “jugar con la luna”.

A.Machancoses