MEMORIAS DEL SOL
¿Qué pensará el sol de nosotros? ¿Cuántas cosas nos
podría contar? Existe desde el principio del mundo y, seguramente, habrá sido
testigo de infinidad de momentos de la historia de la humanidad. Qué no
daríamos por saber cómo se ve nuestro mundo desde la perspectiva de la
distancia y sabiduría de una estrella. Quizá nos podría hablar de nuestros
abuelos o bisabuelos, de sus vidas y aventuras. O quizá de las grandes proezas
que ha conseguido el hombre, ya que también ha hecho cosas buenas en el mundo.
¿Qué no habrá visto el sol?
Sí, el sol también tiene recuerdos y tiene memorias
que escribir. Está desde mucho antes que nosotros y recuerda sus vivencias.
Unas las recuerda con más cariño que otras pero en todas deja su huella de amor
incondicional. Nos parecerá difícil de admitir pero nos observa y nos cuida.
Entre uno de sus recuerdos, en su memoria, está el mundo cuando las personas
vivían en plena naturaleza. En aquella época no existían las casas todavía, las
personas habitaban los bosques, las montañas, los valles, allí donde se pudiese
tener alimento y algo de cobijo. El sol veía su vida, los observaba y les daba
su calor y su aliento para seguir adelante. Confiesa que él no sabía que el
hombre un día empezaría a construir, que no esperaba que se escondieran de ese
modo. A medida que la humanidad construyó casas las personas estaban más tiempo
escondidas que a su lado. Las horas en las que podía estar con ellos y ayudarlos
se vieron reducidas. Brillaba sin cesar pero las personas cada vez estaban
menos en contacto con la naturaleza. Sus caras cambiaron y sus energías se
vieron también influidas por ese nuevo estilo de vida. El sol no sabía qué hacer,
quería llegar como siempre hasta ellos, tenía que pensar en una solución para
seguir cuidándolos. Efectivamente, la encontró. Desde entonces el sol emite dos
clases de rayos solares, por un lado nos hace llegar los dulces y tenues que
van con nosotros por las calles y, por otro lado, emite otros rayos mucho más
fuertes para calentar las casas y que su fuerza y energía llegue dentro de las
enormes construcciones. La época del año en la que más disfruta el sol es en la
temporada de verano, por ese motivo, para disfrutar durante todo el año el
calor no tiene lugar al mismo tiempo en todo el mundo. No nos extrañe que
existan sitios donde en navidad se pueda ir a la playa. El sol sabe el por qué
y sonríe.
A.Machancoses